jueves, 26 de marzo de 2020

EL VAMPIRO DE GUADALAJARA Y EL ÁRBOL




Corría la década de 1840, y la ciudad de Guadalajara Jalisco, en México, era un pequeño pueblo, con algunos miles de habitantes.
Cuentan que en ese tiempo se avecino un noble, llamado el Conde Baldon; era un sujeto extraño que solo salía de su residencia, cuando caía el sol. La gente que lo conoció y según crónicas de la época, señalan que era  un hombre que vestía de manera elegante, según su posición social.
Y lo describían como alto, delgado  y con semblante pálido.
Al poco tiempo de su llegada empezaron a desaparecer gatos y perros. Y cuando por alguna suerte los encontraban, eran ya cadáveres destrozados. 
Con el transcurso del tiempo, después de estas mascotas, siguieron la desaparición o asesinatos de vagabundos y alcohólicos trasnochados.
La gente ya empezaba alarmarse, y terminó de hacerlo, cuando vecinos tanto de clase baja, como de alta, eran asesinados; todos sin razón aparente, y todos durante la noche.
La leyenda no explica, como ligaron todas estas muertes con la presencia del Conde Baldon; quizá haya sido su extraño aspecto, o el que solo apareciera de noche, o que nadie tuviera una referencia cierta de su origen. El asunto es que una noche y con la idea de que era un vampiro, llegaron a su casa y le atravesaron el corazón con una estaca.
El supuesto vampiro fue sepultado en el Panteón de Belem. 
Después de este suceso, las muertes cesaron y todo volvió a la normalidad.
Con el tiempo, en la tumba de Conde Baldon nació un árbol, que actualmente cubre con sus ramas toda la tumba. 
La leyenda asegura que el día, que el árbol se seque o caiga, el extraño personaje, saldrá de su sepulcro a tomar venganza.





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